miércoles, 10 de febrero de 2010

Una letra perdida

Me gusta leer amarga poesía de verso extenso, y novela de cóncavas proporciones. Pero sobretodo, me gusta descubrir poco a poco un corazón tímido pero noble, que late en la intimidad y que, con alegres sacrificios sobrelleva a otros, aunque oculto en el anonimato.
Soy un ojo permanentemente abierto...

Me gusta escribir, saber que mi pluma resbala caótica sobre un pedazo de papel. Pero sobretodo, me gusta limpiar el empañado cristal que cubre mi corazón y tener la certeza de que, un par de amigos sonreirán al entender mis metáforas.
Soy una mano izquierda de escritura ágil...

Me gusta escuchar, poder comprender y sonreír palabras de esperanza y entendimiento, o al menos de amistad; y así, poder hacer feliz a un hermano. Pero sobretodo, me gusta secar una lágrima ácida con un abrazo, y transformarla en la más dulce estupidez.
Soy un oído atento y paciente...

Quizá lo que menos me guste sea hablar, quizá sea la mediocridad del vocabulario común, o tal vez por los sintéticos sentimientos que este acto intenta emular. ¿O será el desorden en que nada mi alma, el que no me permite hallar la frase correcta en cada momento?
Soy una lengua espartana,
muerta en la Batalla de las Termópilas...



Pero, lo que realmente me gusta,
es ser FELIZ

1 comentario:

Negrevernis dijo...

Yo suelo ser una mano anónima y una voz perdida. A veces me he sentido un cuerpo invisible entre masas.
Pero siempre soy persona cuando me veo reflejada en los ojos de la persona que sé que me quiere.
O cuando soy consciente cada día de ser elegida. También los que me conocen saben por qué lo digo.

Y doy fe de que no te gusta hablar... Supongo que sí escuchar... Pero que no sea un escudo. Los demás necesitan tus palabras.