viernes, 1 de enero de 2010

Fábrica de sueños

La ciudad dormía abrigada bajo una gruesa y calentita manta de estrellas y polvo cósmico; aunque aún confusa por el poderoso efecto del cloroformo del tabaco y el estrés.

(¿Y yo con insomnio gracias a Dios?) Sí, es cierto, aquella noche no podía dormir, simplemente porque no era lo más importante en aquellos momentos, había miles de preguntas ancladas en mi mente que urgían respuesta, respuesta elaborada que yo sola no podía preparar, pues faltaba el "ingrediente principal"; Dios. Es por ello que las respuestas solo se fabricaban a esa hora: porque ese era el único momento que Él tenía sólo para mí, solos Él y yo...


Me gusta la noche, pero no como burdo escenario de fiesta desmedida; sino más bien todo lo contrario: Como momento de reflexión personal del día (sí, sí, me encanta pasarme las horas pensando). Como industria de sueños. Como paisaje celestial. Como instante de fusión entre el cielo y la Tierra...

Aunque esto creo que no lo entiende la "actual juventud" que parece estar interesada sólo en "sexo, drogas y rock 'n' roll".

Mas me basta con saber que existen un puñado de personas que piensan y tienen los mismos ideales que yo, y que aspiran a la santidad del día a día, la ordinaria y la extraordinaria. Y que sueñan con lograr un mundo mejor, edificado sobre la roca de Cristo y apoyado en los contrafuertes de la MTA.

JUVENTUD APOSTÓLICA DE SCHÖSTATT

O todo o nada; ustedes deciden.




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