-Mira ahí arriba, al cielo, ¿qué ves?
-No sé, creo que veo todo, pero tal vez no vea lo que tu quieras que vea.
-¿Ves las estrellas?
-Sí, claro, son hermosas.
-Bien, pues ya sólo por eso; merece la pena...
-¿Algo tan sencillo?
-Sí, algo tan sencillo merece bastante la pena.
-...
-Habiendo contemplado ahora algo tan hermoso, no me puedo quedar en la mediocridad de lo cotidiano de la undécima parte del deleite.
-Por eso, si me lo permites; mañana te mostraré Venus, Nereida, Betelgeuse y Rigel. ¿Te gustaría viajar a contemplar sus horizontes crepusculares bélicos? Ahora es tu momento de decidir, ¿me acompañas y te lanzas a la aventura o prefieres la seguridad de la rutina? No te voy a obligar: eres libre, en todo el sentido de la palabra.
-Sí, por supuesto...
-Bien, pues... abróchate bien fuerte el cinturón de Orión.

* Realmente ni en Betelgeuse ni en Rigel podrían contemplarse "puestas de sol" propiamente dichas, ya que son dos estrellas; ambas supergigantes de la constelación de Orión... Pero en el Universo de la imaginación y los sueños todo cabe; así que no te preocupes...
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